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Foto del escritorDr Héctor Mendoza

¿Cómo lograr que mi hijo coma vegetales?

"Mi bebé no come verduras", "pone cara de asco cuando se las sirvo en el plato", "solo le gustan las frutas" e incluso "solo come nuggets y papitas" son unas de las expresiones que con mayor frecuencia escucho en mi consulta.


¿Sabías que los vegetales deben componer el 50-60% de nuestro plato?

Los vegetales son una parte importantísima de nuestra alimentación y la de los pequeños de la casa. De acuerdo con las últimas actualizaciones en el campo pediátrico y nutricional lideradas por la Universidad de Harvard indican que deben componer la mitad o más de la distribución de porciones en el plato de adultos y niños.


Sin embargo, es muy frecuente sobre todo en nuestros países de América Latina que esa sea la proporción que le damos a los carbohidratos, y muchas veces los carbohidratos refinados, que no son de la mejor calidad para nuestra alimentación y que además traen consigo elementos inflamatorios como el gluten.


¿Por qué no quiere comer vegetales?

Hay una predisposición natural del gusto hacia los sabores azucarados y dulces. Es por ello que los bebés y más adelante los niños no suelen tener mayores problemas para consumir frutas, especialmente aquellas que tienen sabores dulces. Sin embargo, el sabor natural de los vegetales es amargo y la textura de los mismos puede ser más compleja que la de la mayoría de las frutas.


Si a esto le sumamos la temprana incorporación a la alimentación de productos procesados y ultraprocesados con azúcares añadidas, la probabilidad de que el niño tenga preferencia por lo dulce se acrecentará. Es decir, un niño que constantemente se alimenta con un ponqué de chocolate de paquete como snack, difícilmente preferirá un bastón de brócoli o zanahoria.


¿Qué puedo hacer para que mis hijos coman verduras?

A continuación te comparto algunas herramientas que puedes probar para mejorar la relación de tus hijos con los vegetales:

  1. Predica con el ejemplo: Esta es la más importante. Los niños no comen distinto a los adultos, lo que cambian son las porciones. Esto significa que la alimentación será tan saludable (o tan poco saludable) como la que tenga todo el grupo familiar. Si en el plato de mamá y papá nunca hay verduras, difícilmente el niño entenderá por qué él o ella si deben consumirlas. Muchos niños terminan reeducando a todo el ambiente familiar por el simple hecho de que una alimentación sana es clave para su desarrollo cognitivo, físico y emocional.

  2. No introduzcas de forma temprana el azúcar: Si es posible retrásala hasta después de los dos años. A partir de los 2 años, puede estar presente de forma muy esporádica, pero que los ultraprocesados y alimentos azúcarados no formen parte de la dieta familiar te ayudará a que los niños no tengan predisposición tan marcada hacia los sabores dulces, y acepten de mejor grado los sabores amargos. Evita productos como los jugos de caja (y también los caseros sin azúcar), chocolatinas, galletas de paquete, dulces, gomitas, porqués, yogures azucarados, barritas de cereal y demás.

  3. ¡La creatividad es tu mejor aliada!: La comida entra por los ojos y los niños no son la excepción. Muchas veces no resultará servir el brócoli hervido en forma de arbolito para que tu hijo lo acepte, pero si mejorará la aceptación si de pronto está en forma de albóndiga o tortita, o si en el plato el brócoli forma un bosque que cuida a un castillo. Si buscas ideas deliciosas y nutritivas, te recomiendo mi libro Y los vegetales ¿pa' cuándo? que ha sido una herramienta para más de 1.500 familias en la cocina para ofrecerle vegetales a sus hijos con 51 recetas para escoger.

  4. ¡No los escondas! ¡Combínalos!: Los niños son perceptivos y si los escondes para que no se den cuenta... ¡se darán cuenta! y sentirán que hay algo malo o extraño con ese alimento. La mejor forma de construir una buena relación con la comida es siendo abiertos. Combina el alimento con otro que si le guste, deja que lo pruebe y si le gusta puedes contarle que lo combinaste para que entienda que es delicioso también.

  5. ¡Nunca obligues a comer!: La primera infancia es crucial en el desarrollo de buenos hábitos y buena relación con la comida. Si obligas a comer, iniciará una batalla campal en donde los vegetales son el enemigo que impide al niño disfrutar de sus otras actividades. Respeta las señales de apetito y saciedad.

Finalmente, ten mucha paciencia, entiende que los niños están aprendiendo a gestionar las emociones y aprendiendo a comer. Habrá días en los que no tendrán apetito, y días en donde cambiarán de opinión sobre lo que les gusta y lo que no.


¿Recuerdas cuando eras niño o niña? Quizás todavía hay alguna verdura que desde ese entonces no te gusta, y es natural. Siempre y cuando lleves una alimentación con comida real y le presentes la mayor cantidad de variedad, la probabilidad de que sea un niño saludable y que coma muy bien será mayor.


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